Una llamada de teléfono, y la sorpresa fue mayúscula para Hta. Leticia, que respondió. Al otro lado, Nemesio, que al fin dio señales de vida.
Después de más de 30 años sin vernos ni saber del paradero de nuestro querido y recordado benefactor, el Sr. Nemesio, apareció por fin en estos días, en nuestra casa de Madrid, donde compartimos alegremente y de manera amigable y cariñosa, porque es mucho el cariño y gratitud que tenemos a este buen hombre, que tanto ayudó a nuestras Htas. los primeros años de la fundación en España.
Después de dialogar, larga y de forma distendida, porque había mucho que contarnos y ponernos al día; Nemesio, con la amabilidad y bondad que le caracteriza, dijo que vendría a hacernos una paella, porque eso de cocinar se le da muy bien, lo ha hecho toda su vida, aunque ya poco le dejan, sus hijos, que le cuidan mucho.
El domingo, 19, nos hizo una rica paella, que degustamos y compartimos con él, como en los primeros tiempos… Bueno, como aquellos, no, porque ahora son muy distintos. Él nos recuerda la pobreza y carestía en que vivían las Htas., allá por los años 60, cuando las conoció en Leganés, y nos dice que no tenían para comer ni vestirse, y fue cuando de manera providencial apareció Nemesio, al que siempre recordaremos con gratitud.
Hoy, al vernos, se ha alegrado mucho y su corazón grande se ha ensanchado más al vernos que ya, gracias a Dios y al esfuerzo de tantas Htas. en estos más de 50 años, hoy vivimos dignamente y no carecemos de lo necesario para vivir, aunque vivamos pobremente.
¡GRACIAS, Nemesio, ha sido una grata alegría volver a encontrarnos! ¡Que el Señor te bendiga, a ti, hijos y familia, y te recompense con abundantes bendiciones tu cariño y amistad!
¡Para nosotras, ya formas parte de la historia de nuestra Congregación y de nuestros mejores y más insignes benefactores!