¿QUÉ ES ORAR?
La auténtica oración es:
Un trato de amistad con Jesús, que es el Amigo que sale a nuestro encuentro cada día, nosotras vamos al encuentro de Alguien que sabemos nos espera pero ¿cómo es la respuesta que damos a Jesús cada día que sale a nuestro encuentro? Él llama cada día a mi puerta y yo ¿se la abro?
Jesús en ese encuentro con cada una no nos dice una sola palabra que no le haya dicho a Él primero el Padre, no hacía nada por su cuenta: «Mi alimento es hacer la voluntad del Padre» .
En nuestra oración hemos de llegar a decir lo que decía el pequeño Samuel. » Habla Señor que tu siervo escucha», nada mejor puede haber en nuestra oración que estar en disposición de acoger todo lo que Dios quiera decirnos en ese preciso momento y sentirse como siervo , como la que sirve a Cristo que nos llamó y escuchar, hacer silencio en nuestra vida para acoger todo lo que Él quiera decirnos porque a veces hablamos y hablamos y no somos capaces de escuchar.
Es un trato de amistad con quien sabemos nos ama, nosotras tenemos garantía del amor de Cristo en la cruz porque es donde todo se actualiza, la adoración es la prolongación de la Eucaristía, creo que Madre Berenice supo muy bien lo que hacía cuando quiso que Jesús permaneciera día y noche expuesto y siempre hubiera quien le adorara: Esto no es del tiempo de nuestra madre, hoy día se nos vuelve a insistir en lo mismo. La Adoración es nuestra respuesta al amor que Él nos tiene y no solo adoramos a Jesús en el Sagrario estamos llamadas a vivir cada acontecimiento en continúa adoración a Él, a ver a Jesús en cada persona.
Lo que más dignifica a la persona es que sea capaz de portarse ante Jesús y decir:» Dios mío soy pecador, ten compasión de mí» o como en el Evangelio: «Señor no soy digno de que entres a mi casa pero sólo dí una palabra y quedaré sano», nada más sanador que la Palabra de Dios, el hombre reconoce su debilidad y no deja que entren sentimientos negativos de ira, envidia, orgullo…
En nuestra oración de este tiempo hemos de llegar a decir lo que decía el santo Cura de Ars» Él me mira y yo le miro», se trata de dejar que se dé ese cruce de miradas, tomar conciencia de su mirada y responderle, ser capaz de mantener ese cruce de miradas y contemplar, permanecer así en actitud de Adoración recreándose en su mirar hacia cada una en particular.
La oración se resume en esta trilogía: Amistad- escucha y Adoración.
El Adviento, tiempo que acabamos de iniciar es tiempo para quitar lo que nos estorba para dejar que Dios venga a nacer en nuestra vida.
Dios siempre cumple sus promesas, tenemos necesidad de una tierra nueva, de un cielo nuevo y eso es lo que ha venido a instaurar Jesucristo.
Adviento es tiempo de preparación, de estar abiertas a la novedad de Dios y es que cada una de nosotras somos distintas de hace un año y es en este momento concreto de nuestra historia cuando Dios viene a llamar y a nosotras no nos queda más que exclamar: ¡Maranatha, ven Señor Jesús!, este ha de ser nuestro grito a Jesús que viene a nacer en cada una. Hemos de pensar ¿cómo está nuestro corazón: hermético, cerrado frío? o por el contrario, ¿nos encontramos en disposición de abrirle la puerta? ¿Cómo nos presentamos ante Dios cada día: con desvalimiento…? y es que somos pobres y está bien experimentar esa pobreza interior, esa debilidad que nos lleva a experimentar necesidad de Dios, pero no podemos olvidar, dejar de sentir que somos don de Dios y ese es nuestro mayor título, somos hijas de Dios, en 1Jn. es el mismo Jesús quien dice: «mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos pues lo somos y aún no sea ha manifestado lo que seremos pues sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es».
Necesitamos renovarnos, lo más bonito que Dios ha puesto en nosotras hemos de repartirlo a los demás; son los frutos del Espíritu Santo que Dios ha sembrado en cada una para que los cultivemos, los dejemos crecer en nuestra vida y por último los demos a conocer y los repartamos, sintiendo que nada tenemos, nada nos pertenece, que todo en nuestra vida es obra de Dios.
Adviento es tiempo de perdón, hemos de acudir al Sacramento de la Reconciliación con frecuencia porque la persona por naturaleza es débil y es allí donde experimentamos el abrazo de Dios, lo más bonito es escuchar de parte de Dios que como Padre le dice a su hijo, bueno me has fallado y qué, es que a pesar de todo te quiero. No hemos de olvidar las palabras de Jesús «como el Padre me amó así os he amado yo»
Adviento es tiempo de encuentro. Jesús sale a nuestro encuentro, quiere que le abramos y le dejemos entrar a nuestra vida. Dios concreta su obra en cada una de nosotras y quiere convertir nuestra vida en algo precioso, el Espíritu Santo es quien nos va modelando según el querer de Dios. Es Dios quien sale siempre al encuentro de la persona y lo podemos ver en la Anunciación , por lo tanto estamos llamadas es este tiempo de Adviento a vivir nuestra vida tomando conciencia que realmente se está dando una Anunciación donde Dios quiere nacer y hacerse presente en el mundo de hoy y yo ¿ dejo que el Espíritu me vaya diseñando según su querer?.
Recordemos que no se empieza a ser cristiano por un idea sino por un encuentro (Deus Caritas Est). La vida de compone de dos verbos: dejarse y amar por el Amor de los Amores, vivir la vida como Dios quiere es algo muy sencillo, somos nosotras quienes la complicamos.
No olvidemos que la Eucaristía es acción de gracias, por eso siendo eucarísticas estamos invitadas a vivir la vida como don de Dios en una continua acción de gracias, teniendo presente que todo nos lo ha dado Dios gratis, no nos cansemos de darle gracias (salmo 34).El tiempo de Adoración es tiempo de contemplar al Amado.
Adviento es tiempo de vigilancia para estar en la continua mirada de Dios hemos de estar atentas y no dejarnos adormilar por lo que la sociedad nos ofrece porque lo único importante es Dios, dice santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante…. sólo Dios basta. Dios vino en la plenitud de los tiempos, viene cada día y vendrá al final de los tiempos, es necesario estar vigilantes porque no sabemos la hora en que llegará a nuestro encuentro. La invitación es estar vigilantes para dejar que Cristo entre en nuestra vida, que se hace presente en nuestra hermana, en el hermanos, en el amigo pero también en el pobre, en quien no es de nuestro agrado, Él llama a la puerta, he de estar atenta, llama en cada acontecimiento, en una persona concreta…¿estás dispuesta abrirle la puerta?, Él quiere entrar en tu vida ¿quieres dejarle entrar? Él necesita de ti, ¿quieres ayudarle? Pues ánimo hermana ahora que lees esta reflexión no creas que es tarde para comenzar, ha llegado tu momento renuévate, deja que se dé el encuentro y estate vigilante, Él no te dejará sola y se dará a conocer a los hermanos por medio de ti, recuerda que aun te queda mucho por hacer eres un gran tesoro en manos de Dios.
(Aporte de H. Mª Aurora Velasco)